25. ¿La pastilla o las etapas del amor?

«La pastilla no es ningún producto ecológico. Si tenemos en cuenta la cantidad de hormonas que libera los ecologistas deberían retirarla del mercado». En todo caso, lo cierto es que la píldora contraceptiva bloquea mediante productos químicos el proceso biológico de la mujer y la hace infértil.

  • La diferencia con los métodos naturales de regulación de la natalidad es que los últimos permiten conocer con precisión la evolución del ritmo fisiológico sin suprimirlo, conocer la alternancia de periodos en que la mujer no es fértil y de periodos en que es capaz de dar la vida.
  • Un hombre que ame de verdad a su mujer no puede permitir que por culpa de la pastilla se limite permanentemente a no ser más que una parte de ella misma, a un estado que además tiene consecuencias psicológicas y a veces médicas.
  • Amar es reconocer y acoger al otro en todas sus dimensiones: su mirada y su cuerpo, sus sentimientos, sus gustos, toda su personalidad, su alma y todo a lo que aspira la belleza, bondad y la sinceridad. En resumen, su dimensión de eternidad.

Y el hecho de estar abierto a la vida con esta capacidad que tiene en ciertos momentos de dar la vida ¡Esta alternancia femenina no es un error de la naturaleza!

  • En una pareja que considera las etapas del ritmo femenino como una riqueza que forma parte de la verdadera mujer, el hombre permite que su mujer lo sea de verdad. Al hacerlo el hombre adquiere también su verdadera dimensión, la de poder optar por dar la vida de forma responsable. Pueden, también, espaciar los nacimientos de sus hijos y ver cómo el deseo se renueva y cómo las distintas formas de afecto escriben la historia de su amor.
Testimonio

 

Catalina : Al principio de nuestro matrimonio como no queríamos tener hijos, empecé a tomar la pastilla porque era un método de que había oído hablar. El médico que visité no me informó sobre ningún otro ya que tras examinarme consideró que la pastilla no estaba contraindicada en mi caso.

Marcos : Decidiera lo que decidiera mi mujer, era «cosa suya», creía que no me afectara en absoluto. Pasaron los meses y empezamos a desear un hijo.

Catalina : Por eso dejé de tomar anticonceptivos. Pero tuve que esperar un año y medio para quedarme embarazada. Me parece mucho cuando se desea algo…

Marcos : Por fin tuvimos una niña. Este nacimiento tan esperado y nuestra conversión nos acercaron profundamente y decidimos empezar a buscar, esta vez juntos, un nuevo método de regulación de la natalidad que no fuera las pastillas.

Catalina : El médico nos explicó qué era un DIU y optamos por este método sin estar bien informados. Dos días antes de ponérmelo, una amiga me explicó que de hecho se trataba de un microabortivo y, por tanto, lo descartamos.

Marcos : Unos amigos nos hablaron entonces de los métodos naturales de regulación de la natalidad. Nos documentamos y tratamos de ponerlos en práctica con la mejor voluntad.

Catalina : El método no me convencía mucho. Tomarme la temperatura cada mañana y observar las segregaciones vaginales, escribirlo todo en un cuaderno, me parecía un engorro. Como queríamos otro hijo, no éramos muy rigurosos con el método. De hecho, seis meses después estaba embarazada y tuvimos un niño. Pero tras este nacimiento era importante que debíamos tener más cuidado. Decidí entonces volver a hacerlo pero esta vez más en serio. Hasta este momento no me había comprometido totalmente. Tenía la impresión de ser víctima de la situación en lugar de ser la responsable y la que la controlara.

Marcos : Por mi parte tuve consciencia de que debía dedicarme a Catalina y apoyarla. Descubrí poco a poco lo que era el ciclo de la mujer, ese proceso maravilloso que realiza el cuerpo humano para acoger la vida. Poco a poco fue aceptando más los necesarios periodos de continencia. Nos hemos ido dando cuenta, también, de la riqueza humana y espiritual que proporciona el amor conyugal cuando se impregna de verdadero diálogo, de la transparencia, al conocerse en todo lo que se es y en lo que se está llamado a ser. Entonces la abstinencia se convierte en fuente de alegría, de cariño y de caridad.

Catalina : A partir del momento en que nos decidimos de verdad, tomarme la temperatura, observar las segregaciones y anotarlo; se me hizo mucho más fácil. Descubrí además todo un conjunto de signos en que nunca antes me había fijado. Al cabo de algunos meses, era capaz de reconocer cada periodo del ciclo. Los esfuerzos de Marcos para ayudarme, la atención que me presta y que me escuche, me animaron a perseverar. Descubrí que también tenía que respetar el ciclo y los periodos de posible encuentro. Debía evitar estar demasiado cansada y organizar mejor el trabajo para estar disponible y preparada para poder recibir y entregarme totalmente.

Marcos : Pasaron tres años hasta el nacimiento de nuestro tercer hijo. Para nosotros fue una gran alegría saber que en los periodos fértiles nuestra unión iba a permitir la vida. Ofrecimos, de común acuerdo, nuestro amor a Dios para que Él le hiciese fecundo por tercera vez.

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