Sentirnos atraídos hacia otra persona puede ser una experiencia maravillosa, embriagadora. Cuando estamos con la otra persona sentimos una ternura que hace que nuestro corazón y nuestro cuerpo se estremezcan.
Este placer experimentado por la proximidad de alguien provoca el deseo de vivirlo aún más intensamente, de ir más lejos en la relación.
- Ahora bien, darse la mano, besarse y tocarse ya es mucho. Todos estas muestras de cariño, de amor, nos comprometen el uno al otro. Nadie es de piedra, sean cuáles sean los sentimientos que se tengan.
Por eso, es importante preguntarse si los dos interpretan estas muestras de cariño de la misma forma : ¿es amor?, ¿simple placer ?, ¿necesidad de cariño?, ¿no nos comprometerán estos actos más de lo que creemos? Si hemos demostrado nuestro amor, si nos hemos entregado el uno al otro, ¿podemos saber aún verdaderamente y con claridad cuáles son nuestros sentimientos?
- Esta relación de cariño es distinta de la que se vive en el matrimonio, donde la entrega total del cuerpo se convierte en un compromiso definitivo. Para vivirla de la mejor manera posible debemos fijarnos en la sensibilidad del otro, en como reacciona y aprender a dominarnos.
- Podemos tener la tentación, sobretodo si nos conocemos desde hace mucho, de demostrar nuestro cariño de una forma más íntima. Pero debemos preguntarnos qué es lo que nos impulsa a hacerlo ¿nuestro cariño o lo que desea del otro?
Si nos sentimos verdaderamente atraídos el uno por el otro, ¿no será el momento de plantearnos el matrimonio? ¿Cuántos matrimonios que acabaron mal no hubieran sucumbido si el hombre y la mujer hubieran tenido tiempo de conocerse y de elegir a la pareja con plena libertad
A pesar de que en nuestra sociedad la publicidad repita sin cesar las palabras instantáneo e inmediatamente y de que queramos tenerlo todo y ahora, debéis tener en cuenta que se precisa tiempo para construir una relación interpersonal entre marido y esposa y que la prueba del amor es el compromiso duradero.(Juan Pablo II a los jóvenes de las Islas Mauricio, 15 de octubre de 1989) |
Testimonio
Al igual que muchas chicas, a los 16-17 años, soñaba en encontrar al hombre ideal. Un día conocí a Eric. Todo era maravilloso. Nuestra relación se convirtió rápidamente en un pequeño y tranquilo romance. Como íbamos a la misma clase, nos veíamos cada día y por la noche hablábamos por teléfono horas y horas y nos contábamos nuestras pequeñas historias y las últimas novedades de la clase. En resumen todo iba bien. Pero un día, Eric me dio a entender que salir juntos ya no era suficiente. Quería ir más lejos. Me quedé helada. Es cierto que en nuestro entorno todo el mundo lo hacía pero… Yo no sabía qué hacer: dar ese paso suponía ir en contra de mi fe, de mi familia. Había tantas cosas que no podía dejar de lado así como así. La única solución era convertirle. Y me puse a rezar para conseguirlo. Pero Eric no quería oír hablar del tema y cada vez íbamos peor. No sabía si cortar o no. Tenía miedo. Miedo a estar sola y a no volver a tener a nadie que me amara. Él me reprochaba mis convicciones religiosas y lo comentaba con sus amigos. Me acuerdo de una chica que vino a verme un día y me dijo: ¡Creo que Eric tiene mucho valor para seguir contigo! ¡No tienes derecho a privarle de eso! Te tomas la pastilla y ya está. Esta situación duró hasta el verano siguiente. No podía más y decidí cortar. No fue fácil. Pasé duros momentos de soledad. Ya no me atrevía a ver a mis antiguos amigos. Después, varios meses más tarde, conocí a Alejandro. Muy pronto empezamos a gustarnos el uno al otro. Íbamos en serio y nos hicimos novios. Blanca Yo respeto a las chicas, es decir, hablo con ellas sin buscar nada más. Lo que me interesa, ante todo, es conocer a las personas. Tener un rollo, en el fondo, es fácil, mientras que hablar con alguien en serio es más difícil… Además, prefiero esperar hasta que encuentre la mujer adecuada y eso me ayuda a afrontar mis luchas internas, a dominar mis deseos. La compensación se encuentra en la satisfacción de no haberme dejado arrastrar por mis instintos… lo cual sería desastroso y lo digo por propia experiencia. Creo que esta actitud me hace crecer y cada vez me siento mejor conmigo mismo. Además, sé que con mi futura pareja la relación podrá ser verdadera y las bases de nuestra unión sólidas. Ramón |
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