El Sagrado Corazón es algo desconocido para muchos. Para algunos, una devoción sólo por las ancianas. Para otros una representación obsoleta.
En realidad, el corazón es uno de los símbolos más utilizados por los jóvenes y no sólo por los jóvenes: en mensajes, en las redes sociales, o en fotografías, hacer un corazón con los dedos pulgar e índice unidos o en canciones, en poemas, en películas, en memes. Los corazones están por todas partes.
El corazón es amor. El corazón está amando, cuidando, sufriendo o regocijándose con alguien.
El corazón es vida, es fuerza para vivir, es amistad, es familia.
Nuestro corazón son nuestros hijos y todas las personas que amamos.
Por eso el Sagrado Corazón es el corazón de Dios.
El corazón de Jesús, verdadero hombre, verdadero Dios, es el corazón de quien nos dio la vida, de quien nos cuida, de quien desea para nosotros una vida de bondad y de plena felicidad. Es el Sagrado Corazón. El Sagrado Corazón que murió y resucitó por nosotros.
Ya no latió más después de su muerte en la Cruz. Superó la muerte y volvió a batear por nosotros.
La devoción al Sagrado Corazón es recordarnos tanto amor y dar amor a Dios incluso por aquellos que no lo aman y rechazan el amor de Dios o han olvidado el amor de Dios.
Y Dios mismo ha prometido a muchos Santos que quien acoge el Amor de Dios, quien se consagra (es una manera de decir que incluso nuestra vida se vuelve aún más sagrada al unirnos a la de Dios), se comprometa, se una profundamente a lo Sagrado. El corazón recibirá innumerables gracias.
Se le representa con un corazón traspasado que sangra. Pero sólo sangra por amor.
Está coronado de espinas para recordarnos la Pasión de Jesús y tiene una cruz que destaca.
Todo solo por amor. Es un corazón vivo. Y viene a traernos nueva vida. Vida eterna.
Es un símbolo concreto. Un símbolo alegre. Incluso en la fatiga nuestro corazón no está solo.
No estamos solos. Dios esta con nosotros.
(Paolo Botti)
He aquí algunas reflexiones sobre esta gran devoción que debe redescubrirse especialmente, pero no sólo, en el mes de junio, que es el mes históricamente dedicado al Sagrado Corazón.
«Los elementos esenciales de esta devoción pertenecen de manera permanente a la espiritualidad propia de la Iglesia a lo largo de toda su historia; pues desde el principio la Iglesia ha dirigido su mirada al Corazón de Cristo traspasado en la cruz, del cual brotó sangre y agua, símbolo de los sacramentos que constituyen la Iglesia; y, en el Corazón del Verbo encarnado, los Padres de Oriente y de Occidente cristianos han visto el comienzo de toda la obra de nuestra salvación, fruto del amor del divino Redentor del que este Corazón traspasado es un símbolo particularmente expresivo. (..)
obre las ruinas acumuladas por el odio y la violencia, se podrá constituir la tan deseada civilización del amor, el reino del Corazón de Cristo.» Juan Pablo II – 1986
Un día mostrando su Corazón a Santa Margarita María Alacoque, Jesús dijo:
Nuestro Señor le descubre su Divino Corazón y le dice: «He aquí el Corazón que ha amado tanto a los hombres, y que nada ha escatimado hasta agotarse y consumirse para demostrarles su amor y en reconocimiento no recibo de la mayor parte sino ingratitud, ya por sus irreverencias y sus sacrilegios, ya por su frialdad y desprecio con que me tratan en este Sacramento de Amor. Pero lo que me es aún mucho más sensible es que son corazones que me están consagrados los que así me tratan… Mi corazón se dilata para derramar con abundancia las influencias de su divino amor». Cuarta revelación (1675)