No hay nadie demasiado malo para Dios: Él nunca deja de amarnos. «No te olvides de mí. Desvanecí como una nube, tus maldades, y como a niebla, tus pecados, conviértete a mí, pues te he redimido» (Is. 44, 21-22)
- En innumerables versículos de la Biblia, el Señor nos dirige palabras de amor y de perdón como éstas. Sin embargo, estas palabras le no bastaron para decirnos que nos ama mas allá de nuestros pecados, que nos da la vida más allá de la muerte y Dios vino. Jesús, el hijo del Padre Todopoderoso descendió de los Cielos para estar entre nosotros como niño, en Navidad. Él mismo nos contó la parábola del hijo pródigo para demostrarnos que hasta el final Dios es todo misericordia y perdón. Permitió incluso que lo mataran antes de dar una imagen de Dios vengador: «Padre mío, perdónales, porque no saben lo que hacen» (Lc, 23, 24)
Jesús hizo que el primero que entró en el Cielo fuera un bandido, un pecador, al que después fue conocido como ¡el buen ladrón! - Por tanto si te juzgas a ti mismo y no te puedes perdonar, ve a encontrarte con Jesús en la persona del sacerdote. En nombre del Hijo de Dios, tiene el poder y la obligación de perdonarte: «tranquilizamos nuestra consciencia ante él, en caso de que nos condene la nuestra, pues Dios es mayor que nuestra conciencia» (1 Jn 3, 19-20)
Testimonio Hace cuatro meses aborté.. Fue terrible pero no sabía en quien buscar apoyo. Estaba sola tenía 17 años y no sabía qué hacer. Mi madre me decía que me deshiciera del niño. La vida no tenía sentido… Dos meses más tarde, una misión visitó mi ciudad. Vivieron unos chicos a la mi escuela para dar testimonio de su encuentro con Dios y también, algunos sacerdotes. Si queríamos, podíamos irnos a confesar. Al principio no me atrevía, pero cuando me levanté para marcharme, me eché a llorar. Entonces un sacerdote se acercó a hablar conmigo. Le conté lo que me pasaba. Rezamos y el me dijo que pidiera perdón a Dios. Me confesé e inmediatamente sentí que me había quitado un gran peso. Sé que muchos jóvenes pasan por situaciones parecidas a la mía, por este pecado o por otro,. Querría decirles que nunca es demasiado tarde para pedir perdón al Señor. Confiadle vuestro arrepentimiento y seréis liberados. Sé hoy que mi hijo está con Dios, que me ha perdonado y que intercederá por mí. Carmen |
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