¡Amar es fantástico! ¿Cómo vivir sin amar y ser amados? Pero, ¡cuidado! No es oro todo lo que reluce y las apariencias engañan. La mujer de mi vida no es la mujer de una noche. En amor, conformarse con poco es no saber lo que es amor.
Existen muchas formas de amor: la amistad, el amor entre padres e hijos, el amor al prójimo, el amor mutuo de un hombre y una mujer que se unen en matrimonio, el amor que nos invade al alcanzar el bien supremo…
Para encontrar el verdadero amor entre un hombre y una mujer, debemos preguntarnos primero por qué nos sentimos atraídos hacia la otra persona:
¿por interés o egoísmo?
¿por el placer que siento al estar con él o por el que sentimos al estar juntos?
¿por lo que siento por el otro?
Es fácil darse cuenta de que una relación que se base en estos puntos es imperfecta ya que tiende a reducir al otro a mero objeto. Para mí, el otro es un instrumento y en realidad, sólo pienso en mi mismo…
Amar de verdad es amar al otro por lo que es. Un amor profundo es, sobretodo, sentirme tan atraído por el otro que sólo desee su felicidad. No le amo por lo que puede aportarme sino por lo que es. En una relación así, las dos personas podrán compartir sentimientos, placer o ayudarse uno al otro. Pero la base de la relación es la propia persona, más allá de sus cualidades o defectos.
A mi parecer, el amor es el resultado de una decisión libre: Querer amar al otro, pensar en el otro de forma libre y decidida. No se puede amar verdaderamente sin sacrificar una parte de nuestra libertad en favor del otro. Esta decisión debe ser recíproca puesto que de no ser así no podrá existir una verdadera relación: Querer hacer feliz a quien me ama contribuye a mi propia felicidad. Eso es amar: entregarse libre y mútuamente.
Claro que no siempre es tan fácil. A todos nos afectan los cambios de humor, la monotonía de la vida cotidiana, los problemas y también nuestro egoísmo. El amor es frágil… ¿te querré todavía dentro de veinte años?, ¿aguantaré sus defectos?, ¿es posible el amor eterno?, ¿en la desgracia y en la enfermedad?
En realidad, si nuestra relación es resultado de una decisión libre y recíproca podrá afianzarse. El amor no se da y ahí se acaba todo. El flechazo no lo es todo ya que, por muy intenso que sea, no es más que una fuerte emoción que no manifiesta forzosamente un amor profundo.
Como toda relación personal, el amor se construye y profundiza con el tiempo a medida que la confianza en el otro va creciendo. El amor debe cuidarse y renovarse cada día con gestos y actitudes que demuestren al otro el lugar privilegiado que ocupa en nuestra vida. Los acontecimientos, las penas o las alegrías compartidas pueden contribuir a reforzar la relación, siempre que, más allá de las dificultades, contemos cada vez más el uno con el otro.
El amor no es, pues, simple fusión de dos personas sino entrega mutua de dos seres libres con todo lo que son: cuerpo, corazón y alma, así como el bien precioso que es nuestra vida. La lógica del amor es aspirar a una entrega definitiva. Sólo una decisión recíproca y de por vida permite al ser humano alcanzar el amor absoluto y puede colmar nuestro corazón.
Para el cristiano, la fuente y el modelo de todo amor es Dios. Él es el amor por encima de todo amor, feliz o desgraciado. Él nos ama antes de que amemos y nos ama aún cuando ya no somos amados. ¿No es éste el bien supremo que buscamos?
Testimonio
Con doce años, mi adolescencia era como un terremoto. Sentía en mi interior tensiones muy fuertes y nuevas: deseo sexual, búsqueda de mi misma a través de la mirada de los demás, necesidad de parecer adulta, etc. Cuando fui de campamentos descubrí un concepto del amor (relaciones chicos – chicas, pornografía…) distinto del que había conocido en mi familia, muy reservada en estos asuntos. La mezcla me alteró completamente. Empecé a considerar BUENO lo que antes me parecía MALO. Esta inversión de valores me llevó a mantener experiencias sexuales de todo tipo, a dejar mis estudios, a traicionar la confianza de mis padres, a introducirme en el mundo de la droga y el alcohol, etc. Por aquel entonces mi vida se basaba en dos principios : — cuantas más cosas pruebe, más interesante será mi vida, — todo, y ahora Mi vertiginosa carrera se vio interrumpida por una aventura que acabó mal. Un día salí de marcha y me encontré con a un grupo de tíos con pocas ganas de broma que querían enseñar lo que es bueno a una chiquilla inconsciente. Primera travesía por el desierto, ruptura, asco de mi misma y de los demás. La fase siguiente, a partir de los 16 años, se basó en una búsqueda cada vez más intensa aunque sesgada del amor. Estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para conseguir amar y ser amada. Sin embargo, confundía los sentimientos fácilmente (amistad/atracción) y siempre lo quería todo, y ahora y nada para mañana. El resultado fue desastroso: amistades rotas, grandes amores que acaban en agua de borrajas, hermosos principios sin pies ni cabeza… Segunda ruptura interior, segunda travesía por el desierto. Un desierto sin Dios, pues Dios, la espiritualidad o cualquier otra inquietud metafísica no me interesaban lo más mínimo. Un expediente cerrado antes de haber sido abierto. Sin embargo, en el fondo de mi misma, siempre había sentido un gran deseo de amar y de vivir un gran amor, definitivo y radical. Pero, ¿cómo encontrarlo? y ¿qué haría si lo conseguía? Cristina |
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