Francesco Forgione, conocido como Padre Pio, nacido el 25 de mayo de 1887 en Pietrelcina, y fallecido el 23 de septiembre de 1968.
Era nueve años menor que Gemma Galgani, nacida el 12 de marzo de 1878 en Camigliano, una fracción de Capannori cerca de Lucca, y fallecida en Lucca el 11 de abril de 1903.
Padre Pio, ya a la edad de cinco años, comenzó a experimentar los primeros fenómenos sobrenaturales y, durante su noviciado (1903-1904), experimentó plenamente una profunda experiencia mística. Las similitudes entre sus experiencias y las de Gemma lo llevaron a reconocer en ella un punto de referencia espiritual capaz de ayudarlo a comprender lo que estaba viviendo. Gemma Galgani también tuvo sus primeras experiencias místicas a una edad temprana, alrededor de los siete años. Ambos tendrían la misión de sufrir por la conversión de los pecadores.
Al igual que Gemma, Padre Pio también tuvo que enfrentarse al diablo y vivió intensas experiencias celestiales, caracterizadas por revelaciones, presencias angélicas y apariciones de Cristo y la Virgen María. El ángel de la guarda jugó un papel importante en la experiencia mística de ambos, porque fueron los ángeles guardianes quienes trajeron cartas y mensajes, y de ellos recibieron iluminaciones e instrucciones que les ayudaron a comprender la voluntad de Dios.
Identificándose con Gemma
Cuando Padre Pio atravesó la dolorosa experiencia del estigma, inicialmente invisible durante casi ocho años y luego manifestándose de manera evidente, se reconoció plenamente en las excepcionales experiencias místicas de Gemma. En muchas de sus cartas (alrededor de 50), se pueden encontrar frases y expresiones típicas del lenguaje de Santa Gemma, tomadas de sus cartas, diario y escritos. Que Padre Pio había leído y profundizado en los escritos de Gemma Galgani se confirma en una carta al Padre Benedetto el 2 de mayo de 1921:
«También vengo a pedirte una caridad: me gustaría leer el folleto titulado Cartas y Éxtasis de la Sierva de Dios Gemma Galgani, junto con el otro de la misma Sierva de Dios, titulado La Hora Santa. Seguro que, encontrando este deseo mío justo, me los procurarás. Te saludo y te pido tu bendición. Tu hermano Pio.»
Aún más sorprendente, en diez cartas, Padre Pio copió casi por completo el texto de Santa Gemma, identificándose espiritualmente en el mismo camino de fe.
El Vínculo Espiritual Entre Padre Pio y Gemma
Padre Pio recomendó la devoción a Gemma a muchos de sus hijos espirituales, a quienes llamaba «La Gran Santa». Tenemos testimonios de que Padre Pio no solo rezaba a Santa Gemma Galgani todos los días, sino que también tuvo apariciones de la santa fallecida no muchos años después de su muerte.
Ambos deseaban una vida normal, pero tuvieron experiencias extraordinarias.
Gemma escribió al Padre Germano: «Rezo mucho, ya sabes, que Jesús me ponga en un camino ordinario y quiero esta gracia porque me parece que las cosas empiezan a ser conocidas.»
Padre Pio escribió al Padre Benedetto: «Sabes, Padre, no le doy importancia a mi estado extraordinario y por esta razón no dejo de pedirle a Jesús que me guíe por el camino ordinario de todas las almas.»
Ambos tuvieron experiencias similares de dolor ardiente en el pecho, que explicaron como el fuego del amor de Dios consumiéndolos, y sufrieron mucho por sus hermanas: Padre Pio sufrió por su hermana Pellegrina, mientras que Gemma sufrió por su hermana Angelina.
El Estigma y la Canonización
Tanto Santa Gemma como San Padre Pio, canonizados por la Iglesia Católica, vivieron la estigmatización, el signo de la Pasión de Jesucristo, con heridas en las manos, pies, costado y marcas de la flagelación, la corona de espinas y el sudor de sangre. Podemos decir que su cercanía fue una verdadera experiencia de Comunión de Santos.