En los sitios internet los clientes de media Europa los describen como paraísos en que el sexo es fácil y seguro y donde elegir el cuerpo que más te gusta, también la carne más “fresca”. Los burdeles alemanes frecuentemente también en los medios aparecen como empresas perfectas con ganancias fáciles también para las mujeres que venden su propio cuerpo, a salvo desde el punto de vista sanitario y en regla también para el fisco.
Pero hay quien no la piensa justo así. Ya en 2007 Alemania de hecho fue señalada por el Departamento de las Naciones Unidas para el control de la droga y la prevención del crimen (Unodc) como una de las destinaciones más utilizadas por los explotadores para las víctimas de la trata de seres humanos. Parece de hecho que muchísimas llegan de Rumania, entre las principales fuentes de “mercancía humana” según Onu.
Cada año miles de mujeres y chiquitas, unas apena de 13 años, son atraídas con promesas de puestos de trabajo bien pagados o de bodas y en cambi las venden a criminales que las cierran en los burdeles. En 2014 también se había difundido el Manifiesto de los terapeutas alemanes del trauma contra la prostitución sobre iniciativa de una traumatóloga, la doctora Ingeborg Kraus, cansada de trabajar para reparar los daños de las mujeres violadas en las casas cerradas.
Que los burdeles esconden no tanto escort satisfechas sino más bien mujeres alienadas, como animales en una jaula lo dice también la ex prostituta Marie Merklinger intervenida más veces también en Italia en apoyo a la propuesta de ley sobre la punibilidad del cliente. Su historia es como la de muchas otras chicas en Alemania donde la prostitución está legalizada. Ella pero es alemana, no llega de los Países de Este como la mayoría de los casos, y ha elegido empezar a prostituirse a los 40 años por necesidad pensando poder elegir cómo gestionar el mercado.
Empezaste porque no encontrabas un trabajo?
“Sí, había intentado encontrar un trabajo pero no lograba encontrar uno estable que me permitirìa vivir bien. Luego me dije que había algo que aún no había hecho. Basta entrar en internet, indicar el coste de la prestación, 30 euros, y el burdel donde trabajas y está hecha. Mi primera experiencia fue con ocho hombres. Fue un trauma. Pronto descubrí que aquel trabajo no podía corresponder a mi sexualidad pero sòlo tenía que satisfacer las fantasías de los hombres. Te enfrentas con personas que te dan asco y debes continuar mientras aquellos abusan de tu cuerpo e incluso tienes que fingir ser su novia. No era más yo, no me reconocía”.
Pero otras mujeres cuentan que ganan mucho y estar bien…
“No es la verdad. También hoy cuando entro en los burdeles hablo con las mujeres que trabajan allí y también cuando ellas me dicen que lo hicieron por elegida, luego poco a poco se confían y revelan el asco que eso le da. La verdad es que en Alemania la situación está fuera de control y, aunque se insiste a separar la trata de la prostitución, los dos fenómenos no son distinguidos. La policía no puede entrar fácilmente en los burdeles. Gran parte de las mujeres proceden de pueblos muy pobres de Rumania, Bulgaria y Hungría. Incluso un político de aquellos Países ha declarado ‘Aquellas mujeres son animales y no nos interesan’”.
Pero cómo es la vida diaria dentro de un burdel?
“Las mujeres viven en las mismos cuartos donde reciben los clientes. El cuarto cuesta 150 euros al mes más 30 euros de tasas. La prestación va de 5 a 50 euros. Se está obligadas a recibir también 60 hombres al día y es inútil contarsela: muchos clientes piden también prestaciones sin protección. Las chicas nuevas e inexpertas ponen en riesgo su salud y sufren por poder pagar el cuarto y las tasas también. Por esto trabajan de 12 a 14 horas”.
Una psicoterapeuta alemana, la doctora Michaela Huber, sostiene que “El alienación es necesaria para hacerse penetrar muchas veces por desconocidos. Pero se deja tras de sí sólo cáscara vacía que aún puede cumplir unos gestos y movimientos”…
“Sí, el alienación te hace resistir pero en realidad dentro de ti estás mal por los abusoso sufridos. Tienes que someterte a los placeres de los hombres y basta. Tampoco tienes la fuerza de salir porque entras como en un vórtice. Y de verdad corres el riesgo de enloquecer. El problema son justo los clientes y la imagen que tienen de ti, como de un objeto. Para que la gente comprenda que las mujeres son tratadas como animales, siempre cuento del cartel que publicita un burdel de mi ciudad: ‘Chorizo, cerveza, xxxx : 50 euros’”.
Cómo hiciste para salir del negocio?
“Antes pedí ayuda al Servicio sanitario pero sólo me hicen llenar unos módulos. Luego he buscado otros servicios pero me han contestado que era raro que yo quería salir de la prostitución. Entonces mi terapia fue la rabia. Y busqué un asociación que se ocupara de mí y de las otras mujeres. Gracias a Solwodi que en diferentes ciudades europeas ayuda a las víctimas de la prostitución pude encontrar apoyo. Y hoy junto a otras mujeres de varios países europeos formo parte de la organización Space international que intenta dar voz y apoyo a las mujeres sobrevividas a los abusos en la prostitución y voy por toda Alemania intentando ayudar quien quiere salir de esto y también promover en todas partes el modelo nórdico que criminaliza quien compra el cuerpo de la mujer”.
di Irene Ciambezi – Interris.it