Nos quejamos de la familia pero la amamos, sufrimos con ella ¿no será porque está vinculada a las misteriosas raíces de la vida y de la felicidad?. La psicología moderna ha demostrado que es necesario un entorno familiar con amor para el niño se desarrolle adecuadamente
- Es obvio que a es normal que una cierta edad se adquiera autonomía respecto a la familia: Dejará el hombre, a su padre y a su madre … (Gen 2, 24). Independizarse es un signo de madurez. Criticar sistemáticamente a la familia, en cambio, sería más bien un signo de adolescencia prolongada, una transición hasta la verdadera autonomía.
- No siempre estamos de acuerdo con la educación que hemos recibido o descontentos con las limitaciones de nuestra familia, tal vez caricaturicemos a veces sus defectos. Sin embargo es posible que tengamos también miedo, de que nuestros compañeros se burlen de nosotros, de que nuestros padres no correspondan a la imagen que nos gustaría dar de ellos ( y de nosotros)
- Sin embargo ¿acaso será necesario evocar al drama de los hijos de divorciados para descubrir que, a pesar de limitaciones y defectos, quien tiene una familia tiene un tesoro?
- Si guardamos algún reproche, dejemos que el tiempo y la madurez hagan su trabajo. Si perdonamos, conseguiremos la verdadera libertad respecto a la familia: ni reacciones agresivas, ni una dependencia extrema que nos inhibiría. Así podremos mejorar nuestra existencia personal. Y quizás también proponer una alianza a un marido o una mujer.
- La familia es una realidad que el cristiano descubre más allá de las diferentes culturas y que va más allá de las debilidades y de las límitaciones del individuo. La capacidad que tienen el hombre y la mujer adultos de dar la vida no se limita a la concepción, a traer un hijo al mundo. El si del matrimonio es la base de una comunidad de vida y de amor en que el niño podrá desarrollarse y descubrir su propia personalidad, en que se construirá una libertad, un rostro y una historia.
Allí, un hombrecito emprenderá su camino hacia la vida y el amor hasta la eternidad.
La familia no es, por tanto, un círculo cerrado, es la piedra angular de toda sociedad, de toda fraternidad.
Testimonio
Yo tenia 19 años cuando mi padre dejó a mi madre para irse a vivir con otra mujer. Esta experiencia me afectó profundamente. Al principio, me echaba la culpa de su marcha. La razón era que las únicas disputas entre mi padre y mi madre que había presenciado eran a raíz de algunas de mis reacciones de adolescente. De esto a sacar la conclusión de que se separaban por mi culpa, no había más que un paso … Con el tiempo comprendí que no era así y que, además, lo único que había hecho fue sacar a la luz un problema anterior de su relación. Por otra parte, me daba vergüenza ser «hijo de divorciados». No me atrevía a hablar de lo que pasaba en casa con nadie, ni tan sólo con mis mejores amigos. Empece a tener miedo de no poderme casar nunca, a preguntarme si alguna chica querría un chico como yo ¿Estaría destinado a fracasar en el matrimonio como el padre, al que tanto me parecía? Por esta época, conocí a una chica y nos hicimos amigos pero no me atrevía a contarle la triste verdad. Estaba convencido de que si lo hacía sería el fin de nuestra relación. Cuando finalmente lo hice, para mi gran sorpresa, me dijo simplemente: «¡como has debido sufrir!» ¡Fue el principio de mi curación! Algunos meses más tarde, nos declaramos nuestro amor aunque, para ser francos, fue ella quien dio el primer paso porque yo aún estaba paralizado por el miedo al fracaso. Después nos casamos y fundamos una familia. Hoy tenemos cinco hijos. El amor y la confianza de mi mujer me han ayudado a superar mis miedos y a darme cuenta de que mi vida no estaba predestinada por la experiencia desgraciada de mis padres. Llevamos veinte años casados. Juntos educamos a nuestros hijos, juntos tratamos de darles lo mejor de nosotros mismos. Juntos les demostramos que nos amamos, cosa que no hizo jamás mi padre, que había sido siempre muy reservado en este terreno. Mi mujer y mis hijos me han hecho descubrir que realmente podía ser esposo y padre, con alegría y sin miedo. Vicente |
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